Desde que en octubre de 2021 Facebook pasara a llamarse Meta y a centrar su nuevo negocio hacia el metaverso, numerosas compañías de todo el mundo comenzaron a destinar grandes cantidades de dinero a este supuesto (e incierto) futuro de internet.
Sin embargo, casi dos años después, ni la tecnología, ni los usuarios e incluso ya ni las propias compañías que enarbolaban la bandera del metaverso parecen acompañar a este fenómeno. Tanto es así que todo apunta a que hasta el propio Facebook está girando su estrategia hacia el desarrollo de productos y servicios centrados en la inteligencia artificial, un fenómeno que sí está transformando nuestro entorno.
¿Por qué el metaverso no está despegando como se esperaba?
Tal y como ya comentamos en este post, el metaverso no es un mundo virtual alternativo sino numerosos mundos (o plataformas) donde gracias a la tecnología blockchain, los usuarios, conectados a través de diferentes dispositivos como gafas de realidad virtual, pueden interactuar en esta nueva realidad de una manera inmersiva, como si lo hicieran en el mundo real.
Uno de estos mundos es el creado por Facebook, pero existen numerosas versiones del metaverso creadas por grandes empresas que confiaron en la promesa de este futuro virtual.
Sin embargo, la tecnología actual aún no es capaz de recrear entornos virtuales hiperrealistas, aún no existen los dispositivos necesarios para que los usuarios disfruten realmente de esa realidad inmersiva y aún nadie ha sabido dar respuesta a los dilemas sobre la privacidad, el uso de datos, la propiedad digital o los derechos intelectuales del metaverso.
Y las empresas, en lugar de invertir más en este nuevo entorno para hacer realidad todo su supuesto potencial, parece que ya no le prestan tanta atención. Según un informe de Axios, la inversión en el metaverso está decayendo: mientras que en el primer trimestre de 2022 esta ascendió a 2.000 millones de dólares, en el primer trimestre de 2023 la cifra apenas alcanzaba los 586 millones de dólares.
Las marcas en el metaverso
Tanto para asegurarse ser pioneros en el metaverso como para evitar que nadie ocupe su lugar y les suplante, con los primeros ecos de sirena del metaverso las primeras marcas comenzaron a llegar al metaverso. L’Oreal, McDonalds, Nike, Ralph Lauren, Coca Cola, Gucci, Hyundai… se han lanzado al mundo del metaverso creando sus propios entornos interactivos y han registrado sus marcas, productos y activos para evitar suplantaciones.
Los NFTs, activos digitales únicos e inalterables, creados mediante tecnología blockchain, y cuyo funcionamiento ya explicamos en este post, y los dominios NFT, son otros elementos donde las marcas han puesto su foco. Con el fin de evitar plagios y ventas ilegales de productos digitales que utilicen su marca, las compañías se han lanzado a crear sus propios NFTs y registrar dominios corporativos como .NFT o .BLOCKCHAIN.
Pero ¿sabías que contar con un dominio NFT no te asegura su exclusividad?
Te lo explicamos con un ejemplo. Imaginemos que una persona registra el dominio NOMBREDELAMARCA.NFT. Este dominio se crea mediante tecnología blockchain, es decir, que se le otorga un número de identificación (el ID token) y una dirección del contrato (contract adress) únicos. Sin embargo, otra persona podría registrar el mismo dominio NOMBREDELAMARCA.NFT, con un ID diferente. Por lo que, aunque tecnológicamente los dominios sean diferentes, en apariencia, son iguales. Por lo que ningún registro de dominio NFT te asegura que tu marca no vaya a ser utilizada por terceros.
Además, a diferencia de las extensiones de dominio de nivel superior, validadas por la ICANN, estos dominios son administrados por proveedores independientes, por lo que no están registrados en el sistema de nombres de dominio (DNS). Es decir, no se pueden buscar en todos los navegadores web, por lo que detectarlos es mucho más complicado para las empresas que no cuenten con la tecnología apropiada.
Centrar la protección de marca en las amenazas reales
Partiendo de la premisa de que nunca está de más proteger nuestra marca en cualquier entorno físico o virtual, lo cierto es que las marcas deberían actualmente centrar sus esfuerzos en protegerse frente a las amenazas reales, que están suponiendo un alto coste en materia de reputación, ventas y estabilidad para numerosas compañías.
Monitorizar la marca y poner en marcha estrategias efectivas de protección de marca online, prevención del fraude digital o gestión de dominios corporativos es ahora mucho más necesario que protegerse en un entorno virtual que no sabemos si llegará a despegar.
Porque lo que sí está claro es que los dominios y anuncios fraudulentos, los perfiles sociales falsos, la venta de productos falsificados y la usurpación de marca con fines delictivos son amenazas tan reales que tres de cada cuatro empresas han sido o están siendo víctimas de algún tipo de ataque.
Por eso ahora, contar con tecnología como la de EBRAND para prevenir y luchar contra este tipo de infracciones debe ser mucho más prioritario para las empresas que invertir en entornos futuros aún poco sostenibles.